Ocuparse de los demás y olvidarnos de nosotros, es habitual y sencillo. Lo hace todo el mundo. Es una forma de huir, para no hacernos cargo de nosotros mismos.
Salir serenamente de ese juego, supone confiar y reafirmar que cada uno, tiene ya dentro la capacidad de cuidarse por si mismo. Y eso es un Amor maduro.
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