A pesar de que muchos de esos miedos, vienen de la educación recibida y que parecen difíciles de remontar, todo lo que necesitamos es ganas y un deseo de liberación de lo impuesto.
En muchas ocasiones, la mujer cuando es niña, tiene miedo del padre, de esa figura masculina que parece carente de lo femenino y va creciendo con unas creencias, que la incapacitan para ver y descubrir sus propias capacidades para mirar y caminar sola hacia delante.
En la pubertad, cuando se desarrolla los senos, se siente vergüenza, pudor e incluso miedo de nuestro propio cuerpo. Y de ahí en adelante, empiezan más miedos y las necesidades de tener que cuidar el cuerpo para el agrado de los demás, viendo en ocasiones, al propio cuerpo, como un enemigo " si no da la talla”. La pérdida de la menstruación, supone para nuestra cultura, la pérdida de la feminidad, de lo atractivo, de lo fresco, siendo una falsa autocensura más, impuesta por la propia sociedad .
Sin darnos cuenta, nos encontramos la mitad de nuestras vidas, sin tener muy claro nuestro lugar. Cuando llegamos a abuelas, la sociedad y los hijos, nos colocan un nuevo status de tener que volver a ejercer de madres para criar a los nietos. En consecuencia, la mujer vuelve a tener miedo de no cumplir como abuela, de no saber cuidar bien a los nietos, como esperan los padres.
Hay como un miedo general a vivir, a cuidarse y a ser responsable de transformar nuestra propia vida desde la libertad de elección. Para ello, hay que soltar la identificaciones de los miedo inconscientes. Hay que soltar lo aprendido, que encorseta nuestra identidad y nuestra capacidad para lo espontáneo y para lo fresco.
Cuando tomamos conciencia de lo superior y comprendemos la inutilidad de tanta vida de esfuerzo en pos de satisfacer las proyecciones del egoísmo de las personas, sentimos una gran liberación.
Nos damos cuenta que a lo único que tenemos que estar atentos es a cuestionarnos, cuando salen impulsivamente, nuestras respuestas automáticas y aprendidas repetitivamente ante las situaciones de la vida, para liberarnos de ellas y así comenzar el camino de SER nosotros mismos desde un presente en libertad. .
3 comentarios:
Así es, siempre cuestionadas, tantas veces reprimidas, pero aquí viene lo mejor, despertar a esta maravillosa conciencia, que libera, cada dia un pasito más.
Un abrazo grande.
Hola Tania,
Cuando nos hemos saturado en vida de ser mujer y sabemos ya solucionar y canalizar nuestros miedos e inquietudes interiores, no necesitamos por más tiempo seguir con las etiquetas de ser hombre o mujer y eso es precisamente la liberta. El no necesitar tener que ser nada constreñido a un solo cuerpo.
El tórax y ese hueco donde ocurre la respiración, nos invita a soltar los opuestos y a dejar de movilizar energías que se creían partidas; pues nuestro cuerpo, ya es el del universo.
Suele resultar frustrante querer hacernos grandes y al tiempo, pretender conservar las etiquetas de lo pequeño. Es estupendo para los hombres animarnos también a pasar una parte de la vida siendo mujer. Y así, una vez saturado de haber sido o jugado a ser ambos, ir más allá y encontrar lo que les daba sentido a los dos.
Que tengas buen día,
Agustin
No solo de la gestación, de mucho más atrás viene el miedo. Lo llevamos adherido generación tras generación.
El miedo está situado en los riñones y esos son agua.
El agua está rerlacionada con las emociones y sentimientos.
Cuando nos reprimimos o nos entregamos más de la cuenta en algo o alguuien es siempre por miedo.
Tenemos que encontrrar el justo equilibrio en la cuerda floja de la vida.
Gracias.
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