La alegría y la tristeza, la vida y la muerte, son reales para el hombre cautivo, para mi están en el espectáculo, y son tan irreales como el propio espectáculo.
Nisargadatta
Pintura Teresa Riera Benguria.
Una forma de empezar a traer lo inconsciente al consciente, puede ser acostado bocarriba en la cama relajando todo el cuerpo con la ayuda de la respiración y permitiendo que el cuerpo, a la que va entrando el aire y sintiendo la tripa, deje expresar las emociones. Nos centraremos también además de en la parte de delante del cuerpo, en la parte de atrás, en la columna, para que afloren las tensiones retenidas del pasado y presente en el interior de la médula que es por donde habrán llegado las ordenes del cerebro para motivarnos al movimiento.
Lleva tiempo hacerlo, pues hay resistencias. Al principio, la mente nos distraerá. Estará acostumbrada a ir por su cuenta sola, olvidándose del cuerpo. Es cuestión de tiempo, cariño y de mucha presencia para que la mente y el cuerpo vayan de la mano. Espontáneamente, irán saliendo deseos reprimidos, acciones que nos han hecho sentirnos culpables, o que no nos hemos sentidos acogidos como hubiéramos deseado, o miedo al rechazo, vivencias de cuando éramos pequeños que nos habrán marcado por la educación recibida, etc.
Descubra todo lo que usted no es: el cuerpo, los sentimientos, los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o aquello. Nada, concreto o abstracto que usted pueda percibir, puede ser usted. El propio hecho de percibirlo muestra que usted no es eso que percibe.
Sin embargo la consciencia individual o universal, no es mi verdadera morada; no estoy en ella, no es mía, no hay nada mío en ella. Estoy más allá, aunque no sea fácil explicar cómo puede uno no ser ni consciente ni inconsciente, si no más allá. No puedo decir que estoy en Dios o que soy Dios, Dios es la luz y el amor universal, el testigo universal; yo estoy más allá incluso de lo universal.
No seras libre hasta que hayas saciado tu hambre y hayas acabado con ese miedo a la muerte. La esencia de ese miedo es el prolongar el "yo soy". En este momento, hasta el "yo soy" mantiene tu miedo. Tienes que deshacerte de él.
Repito: sentís, experimentáis el "yo soy", pero este estado del "yo soy" hay que eliminarlo, debe desaparecer. Sólo entonces se revelará el estado primordial, ya que sobre él se ha formado el ilusorio. Ni tú ni yo hemos nacido. El principio que ha nacido comprende sólamente tres estados: estado de vigilia, sueño profundo y conocimiento del "yo soy".
En realidad no hay  ninguna posibilidad de que yo te satisfaga, porque no hay nada que yo pueda darte ni que tú puedas recibir. ¡Existe sin identidad, no eres nada! ¡Si, por lo menos, aceptases de una vez para siempre que no hay nada que dar ni nada que recibir! Pero no puedes haceptar eso de "no ser nada" y sigues errando de un sitio para otro. Encontrarás gurús que te enseñanán otras palabras: Prempuri, Premshakti..... No habrás hecho más que cambiar una palabra por otra,  sin que sea más real que la anterior; pero pensarás : "¡Ahora voy a conocer la verdad!".
Este estado corporal es esclavo del tiempo y transcurre entre el nacimiento y la muerte. Hasta la evidencia actual de “yo soy” es, como la vigilia y el sueño, un estado transitorio. Esta necesidad de predicciones, de saber lo que va a suceder, demuestra tu apego a este estado corporal. Hay uno por cada millón que es capaz de comprender lo que digo. La mayoría de los que vienen aquí pretenden comprenderme a nivel corporal. Dependéis los unos de los otros por vuestra intimidad mutua, vuestros gustos, vuestros amores. Este apego a vuestra intimidad os impide liberaros de este estado corporal, emocional, intelectual, y mientras dure esta identificación no podréis comprender la consciencia.
Antes de que pueda usted aceptar a Dios, debe aceptarse a sí mismo, lo cual es mucho más espantoso. Los primeros pasos en la aceptación de uno mismo no son nada agradables, puesto que lo que uno ve no es una vista precisamente hermosa. Se necesita de todo el coraje para seguir adelante. Lo que ayuda es el silencio. Mírese a sí mismo en completo silencio, no se describa a usted. Mire el ser que usted cree ser y recuerde: usted no es lo que ve. El proceso de la autoinvestigación es: 
Cuanto más claramente vea que en el nivel de la mente usted tan sólo puede ser descrito en términos negativos, antes llegará al final de su búsqueda y antes comprenderá que usted es el ser ilimitado.